Zidane se movía con la prestancia de un torero. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un https://caoimhezyrj830622.dsiblogger.com/71487760/recordando-el-cabezazo-de-zidane-en-alemania-2006